¿Qué hay detrás del icónico vestido negro de Audrey Hepburn?
Cuando una piensa en Audrey Hepburn es inevitable que le vengan a la mente dos cosas: Su fleco y un elegante vestido negro. EL elegante vestido negro. La icónica imagen de la actriz belga se construye sobre la escena inicial de Diamantes para el Desayuno (1961), donde apreció con la famosa prenda de satén (o raso) en forma de tubo, que pasaría a la historia como uno de los vestidos más célebres y glamurosos del cine. Esta es la historia que rodeó una imagen forjada para el destino.
Holly Golightly desciende de un taxi en Nueva York; amarillo, por supuesto. Vista de espaldas, la cámara nos la muestra ataviada con el vestido negro de tubo, un exuberante collar de perlas, lentes de sol y el pelo recogido, en una imagen que destila elegancia por todos lados. Hepburn contempla el escaparate de Tiffany’s mientras saca de una bolsa y comienza a saborear un croissant y un café. Este es el inicio de la película que convertiría en leyenda su icónica imagen con el vestido y que pasaría a la historia por si misma como el epítome del cine de los años sesentas.
Fue el famoso diseñador francés Hubert de Givenchy quien diseñó el vestido a medida para que Hepburn luciera estelar en el filme. Y es que el modista fue amigo cercano de la actriz -no en vano nacieron en países vecinos- durante muchos años, y también ejerció como su diseñador personal.
A Givenchy debemos atribuir los elementos clave que hicieron del vestido algo más que el atuendo de una actriz en una película. Con su corte sencillo, de cuello redondo, que realzaba el collar de perlas, la ausencia de mangas y una falda ligeramente acampanada, logró tomar el estilo chic de la época en que comenzaban a florecer los hippies en Estados Unidos y darle un aire de elegancia inconfundible.
O, en palabras de Riccardo Tisci, quien fue director creativo de Givenchy, el vestido es “un perfecto ejemplo del estilo de los sesentas: chic por delante, sensual y parisino por detrás”, según cita Vogue en un artículo de hace unos años.
Sin embargo, por mucho que debamos darle mérito y crédito a Givenchy, no se puede negar la universalidad de un simple vestido negro. Y es que esta clase de “pequeño vestido negro”, como también se le ha llamado, parte del estilo de Coco Chanel en la década de los veintes, ahora hace ya un siglo.
De hecho, más adelante en la película, Goligthly, o Hepburn, vaya, luce otro vestido negro diseñado por Givenchy. También sin mangas, pero hecho con seda en lugar de satén. La actriz lo lució acompañado con un sombrero ancho y unos largos guantes negros.
Y lo que aún es más: Existe una versión anterior del icónico vestido, que era más corto, y que finalmente no se usó en la película, y, según un artículo en L’Officiel, esa prensa está resguardada en la casa de los archivos de Givenchy, aunque hay dos copias más: una en el Museo del Traje de Madrid, España, y otra más que se vendió en una subasta en Christie’s en 2006 por 467 mil 200 libras esterlinas.
El impacto del vestido es tan grande que a lo largo de las décadas ha vivido numerosas revisiones y reinvenciones, sobre todo en las pasarelas, lo que, por un lado prueba el refinamiento del corte que lució Hepburn y, por otro, demuestra que el legado de la actriz y de la película siguen más vigentes que nunca.